Mercado único, moneda única, ¿lengua única? Los arcos y los puentes que ilustran los billetes europeos encarnan ya la fluidez de los intercambios entre comerciantes sin arraigo y sin historia. ¿Hace falta también que el estudiante, al igual que el turista que ya no necesita cheques de viajero, pueda dejar su país, sin diccionario? Con un inglés de aeropuerto como pasaporte lingüístico, utilizable en todas partes, en particular en las universidades francesas.
Porque estas, según parece, están todavía muy “rezagadas”; como el resto del país. ¡Imagínense, en ellas aún se habla francés! Geneviève Fioraso, ministra de Enseñanza Superior e Investigación, quiere suprimir este “obstáculo del lenguaje” que desanima “a los estudiantes de los países emergentes, Corea, la India, Brasil” a formarse en Francia.
Sin embargo, hay veintinueve Estados que tienen como lengua oficial la lengua de Molière (cincuenta y seis, la de Shakespeare). Y el número de hablantes de francés no cesa (...)