En febrero de 2010, Viktor Yanukóvich ganaba por media cabeza a Yulia Timoshenko en la segunda vuelta del escrutinio presidencial en Ucrania. Según Joao Soares, presidente de la Asamblea Parlamentaria de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), estas elecciones irreprochables habían ofrecido una “demostración impresionante de democracia”. Los resultados dibujaban una Ucrania partida en dos: Yanukóvich triunfaba en el este y sur mientras que Timoshenko lo hacía en el oeste, centro y Kiev.
Poco atenta a estas elecciones o a la vida cotidiana de los ucranianos desde las esperanzas frustradas de la “revolución naranja”, en 2004, la prensa francesa de pronto dirigió una mirada de una intensidad fuera de lo común hacia la plaza de la Independencia (Maidán) de Kiev, epicentro de las manifestaciones populares contra el gobierno a partir de finales de noviembre de 2013.
Al principio, la mayoría de los periodistas y de los especialistas (...)