Privado de su fuerza por la pérfida Dalila, que le había cortado el pelo, Sansón el hebreo cae en manos de los filisteos –de cuyo nombre se desprende “Palestina”–, quienes le revientan los ojos. Un día lo mandan llamar para divertirse a su costa: “Después Sansón palpó las dos columnas centrales que sostenían el templo y se apoyó contra ellas, la mano derecha sobre una y la izquierda sobre la otra. Y gritó: ‘¡Muera yo junto con los filisteos!’. Luego empujó con toda su fuerza, y el templo se vino abajo sobre los jefes y sobre toda la gente que estaba allí. Fueron muchos más los que Sansón mató al morir que los que había matado mientras vivía”. Contado en la Biblia, este famoso episodio se desarrolla en Gaza, capital de los filisteos, pueblo enemigo de los hebreos.
Desde siempre, Gaza fue un cruce de rutas comerciales entre Europa y Asia, (...)