“Un buen delincuente, un hombre que ha cometido una serie de pequeños robos, de pequeñas estafas, de pequeños atentados contra las costumbres (…), un reincidente, en una palabra, aunque quizás todavía no haya asesinado a nadie ni robado en las carreteras, merece un trato privilegiado por parte de la justicia correccional… Se le castiga, entonces, no por causa de sus delitos pasados, hay que remarcarlo, sino en virtud de los delitos futuros que cometería si no lo castigáramos”. Esta cita de Gabriel Tarde, uno de los fundadores de la criminología, data de 1890. Podría deslizarse cómodamente en los debates parlamentarios que conciernen a la ley “relativa a la prevención de la reincidencia y a la “individualización de las penas” debatida en la Asamblea Nacional francesa en junio de 2014. Resume en efecto una preocupación constante de los que se interesan por lo penal: ¿cómo evitar la reincidencia?.
En las aspiraciones de (...)