En la primavera de 1944, la dirección de los Servicios de Seguridad (SD) nazis, en Berlín, solicitó a sus informantes que le suministraran “informes” sobre el estado de la opinión pública acerca de una cuestión muy especial : el rumor que circulaba por toda Alemania sobre la prematura ejecución de las personas de edad. Los resultados revelaron una profunda desconfianza respecto del sistema de salud nacionalsocialista. Gran parte de la población estimaba que a causa de su menor productividad, los ancianos eran considerados indeseables y superfluos por el Estado, y recibían por ende una asistencia insuficiente.
Según ciertas versiones, algunos médicos se “deshacían” de personas de edad enfermas con métodos “apropiados” a fin de reducir los costes y ahorrar los escasos medicamentos. Muchos alemanes pensaban que las mismas autoridades habían invitado a los funcionarios de la salud a interrumpir los tratamientos de los pacientes de edad más avanzada, y a no (...)