Según la leyenda, Osso, Mastrosso y Carcagnosso, caballeros de Toledo afiliados a la logia masónica La Garduña, en 1400 se refugiaron en una pequeña isla del archipiélago de las Egadas, donde fundaron las tres mafias: la siciliana Cosa Nostra, la ‘Ndrangheta calabresa y la Camorra napolitana. Una tríada con la cual, desde entonces, el sur de Italia no termina de ajustar sus cuentas.
Entonces, es de imaginar el estupor de la intelligentsia napolitana al advertir que la obra de arte que representa un hombre a caballo, encargada al escultor sudafricano William Kentridge y expuesta a la salida de la nueva estación de metro Toledo, en pleno centro de la ciudad, se titula El Caballero de Toledo, antiguamente llamado Carcagnosso, fundador de la Camorra, ese anti-Estado que el consejo municipal rosso-arancione, dirigido por el ex magistrado Luigi De Magistris, piensa erradicar.
Queda por determinar si la metedura de pata ha sido fruto de (...)