Desde el Tratado de Roma de 1957, los mecanismos fundamentales de la construcción europea han permanecido invariables. Esta construcción es la resultante de la constante tensión entre dos lógicas contradictorias, ambas institucionalmente representadas: por un lado la lógica intergubernamental, la Europa de los Estados que encuentra su expresión en el Consejo; y por otro lado, una lógica federal o supranacional representada por la Comisión europea, el Parlamento Europeo y el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas.
Durante medio siglo, el péndulo ha venido oscilando hacia uno u otro lado. Se pueden, grosso modo, diferenciar tres periodos: el primero a partir de 1958, fecha de nacimiento de la Comunidad Económica Europea –convertida en Unión Europea en 1993–, hasta el Acta Única europea de 1986; luego, el que transcurre desde mediados de la década de 1980 hasta el periodo más reciente; y, finalmente, el que se inicia a partir del rechazo de (...)