Tuvieron que pasar dieciséis años para que Estados Unidos reconociera a la Unión Soviética; veinte para que reconociera a Vietnam; treinta a la República Popular China. Cincuenta y cuatro años han transcurrido desde el derrocamiento de Fulgencio Batista, y sin embargo Washington aún no mantiene relaciones diplomáticas con Cuba.
Para algunos, sin embargo, no existe ninguna duda: el deshielo llega finalmente a las aguas turquesas que bordean la isla. Su convicción se basa en gran medida en un apretón de manos: el que intercambiaron el presidente estadounidense Barack Obama y su homólogo cubano Raúl Castro durante el funeral de Nelson Mandela en Soweto el 10 de diciembre de 2013. El momento fue unánimemente calificado como “histórico” por una prensa enseguida obsesionada con una cuestión: ¿había sido preparado ese gesto? Imposible de determinar a ciencia cierta, pero una serie de circunstancias sugiere que la hipótesis de una puesta en escena nada tiene (...)