La usurpación de identidad es una forma de delincuencia cuyas víctimas se cuentan por miles en un país como Francia. A partir de la obtención fraudulenta de datos y el robo de documentos personales, el usurpador sustituye la identidad de otra persona y la utiliza para cometer todo tipo de delitos.
La usurpación de identidad no afecta solo a individuos. Existe igualmente en la retórica política en la que es típico tomar como rehén una palabra para vaciarla de su sentido original y, mediante lo que se asemeja a una transfusión, inyectarle un contenido exactamente opuesto. Podríamos multiplicar los ejemplos, pero tomaremos tan solo dos que constantemente se hacen presentes en el debate político nacional y europeo: los de “reforma” y de “izquierda”.
Históricamente, en el campo político y social, la noción de reforma ha estado asociada al progreso, a la emancipación de los trabajadores, a la conquista de derechos. Hoy, contrariamente, (...)