Sábado por la mañana en el puesto fronterizo de Chegueni. Un largo corredor enrejado al aire libre, conduce hacia las aduanas polacas. El tiempo es gris y frío, el lugar está casi desierto. Sin embargo, allí hace un mes reinaba la efervescencia. Muchos habitantes estaban acostumbrados a realizar diferentes viajes entre Ucrania y Polonia, lugares estratégicos para un comercio muy lucrativo. Provistos de un simple visado polaco que se obtenía de forma gratuita y por un largo periodo en la ciudad vecina de Lviv, los ucranianos podían, con toda facilidad, vender en el otro lado cigarrillos y bebidas alcohólicas pasados clandestinamente.
La entrada de Polonia en el espacio Schengen, el 21 de diciembre de 2007, lo cambió todo. En la actualidad, para numerosos ucranianos, la frontera es infranqueable ya que carecen de un visado europeo. “Antes podías pasar tres veces en el mismo día –recuerda María, una babuchka (abuela) sonriente del (...)