Acaba de despejarse el punto fronterizo de Masnaa, tras un bloqueo de varios días. El ejército ha reemplazado a los milicianos que bloqueaban toda circulación hacia Siria o desde allí: signo de que la tensión baja tras los breves combates que inflamaron el Líbano. El camino parte de la montaña y se hunde en Beirut, y el tránsito por ahora es fluido: el tráfico entre ambos países, que habitualmente es intenso y caótico, todavía no ha retomado su curso. En estas condiciones, no se necesita más que una hora para llegar a la capital libanesa.
Aunque todos nuestros interlocutores describen la misma sucesión de acontecimientos, no se ponen de acuerdo sobre su interpretación. El 5 de mayo, tras una deliberación que se prolongó durante doce horas, el gobierno adoptó dos decretos: la apertura de una investigación sobre la red “autónoma” de telecomunicaciones de Hezbolá –“ilegal, ilegítima y una agresión contra la (...)