Desde Santa Cruz se entusiasman anticipando el fin de la República unitaria y del andinocentrismo, y ya han escenificado el nacimiento del nuevo país autonómico –la segunda República– rebautizando al prefecto Rubén Costas como “gobernador” y poniendo en funciones una Asamblea Legislativa, ambas medidas sin ninguna base constitucional. Desde La Paz, el presidente Evo Morales salió a denunciar el carácter separatista del estatuto y el fracaso de la consulta. Concluyó que sumando una abstención que rondó el 40% y los votos en blanco y nulos, un 50% de los cruceños rechazó la propuesta de “autonomía para unos pocos”.
Se actualiza, así, una particularidad histórica boliviana, caracterizada por la imposibilidad de construir un Estado nacional efectivo en cada rincón del país: la duda permanente acerca de su propia existencia y viabilidad como nación. Una aprensión que también tuvo Simón Bolívar. Si en los años 1950 se hablaba de “polonización”, en referencia al (...)