Primero de marzo de 2008. Veinticinco minutos después de la medianoche. Con una precisión implacable, la primera de las diez bombas “inteligentes” guiadas por GPS (Sistema de Posicionamiento Global) alcanza su objetivo. Pero no estamos en Oriente Próximo. La escena se desarrolla en el Ecuador, a menos de dos kilómetros de la frontera colombiana. Allí donde el río Putumayo separa a ambos países. Cuatro helicópteros Blackhawk OH-60 surgen de la noche. A bordo van cuarenta y cuatro comandos especialmente elegidos dentro de la Fuerza de Despliegue Rápido (Fudra) de Colombia. No tienen que combatir. En el campamento provisional de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), devastado por las explosiones, yacen veintitrés cuerpos. Asesinados en pleno sueño. Entre ellos, Raúl Reyes, número dos y “Ministro de Asuntos Exteriores” de la guerrilla. Sus restos son llevados como un trofeo.
A primera hora de la mañana, el presidente colombiano Álvaro Uribe habló con (...)