La elección de la Asamblea Constituyente del 10 de abril marcó una etapa de importancia mayúscula en la historia de Nepal. Esta votación, reclamada sin éxito en 1951 por los partidos políticos y anulada dos veces durante 2007, representa un paso esencial hacia la democracia participativa a la cual aspira la gran mayoría de los ciudadanos; prueba de ello es la alta tasa de participación en las elecciones (60%). Su desarrollo constituye un signo extremadamente positivo que marca la voluntad, compartida por el conjunto de los partidos políticos, de salir del impasse en que se encuentra el país.
Sin embargo, los seiscientos miembros de esa Asamblea deberán asumir pesadas responsabilidades durante los dos próximos años. No sólo tendrán que garantizar sus tareas parlamentarias por lo que dure el periodo de interinato, sino además redactar una nueva Constitución. Aquélla, provisional, que se promulgó el 15 de enero de 2007 incluye dos principios (...)