El coche particular presenta una doble ventaja: está a disposición del usuario en todo momento y le permite moverse sin realizar ningún esfuerzo físico. En Europa Occidental, el 80% de la población tiene coche, con el que suelen viajar sin acompañantes. Esta práctica recibe el nombre de “autosolismo”, lo que implica mover más de una tonelada de materia con el único fin de transportar una carga inferior a 100 kilogramos en promedio.
Fuera de las metrópolis, el coche domina la economía del transporte y forja los diferentes estilos de vida. Cual río desbordándose, el uso del coche rebasa con creces los ámbitos en los que despunta: al ponerlo en marcha para recorrer distancias muy cortas, que se podrían salvar a pie o en bicicleta; para desplazarse por densas áreas urbanas, aun cuando se puede coger el transporte público; e incluso para realizar trayectos más largos, en detrimento de los trenes de (...)