El 23 de marzo de 2019, trescientas armas y obras rituales provenientes del continente africano se ponen a subasta en una sala de Nantes. “Ustedes obtendrán un recibo por su compra, pero los fabricantes de esos objetos solo habrán obtenido la muerte –declara Thomas Bouli, el portavoz de la asociación Afrique-Loire, que interrumpe la sesión–. Francia acaba de afirmar el principio de devolución de los bienes culturales africanos saqueados y mal adquiridos. Los objetos aquí presentados pertenecen a dicha categoría”. El subastador anuncia entonces que, a petición del ministro de Cultura, una treintena de piezas originarias de Benín han sido retiradas del catálogo. El Gobierno de Porto Novo había sido el único en pedir tal “devolución” tras ser alertado por activistas de Nantes.
“Esa gente son la vergüenza de la causa que defienden, si es que hay una causa que defender”, se indigna Yves-Bernard Debie, abogado del Colectivo de Anticuarios de (...)