En una obra reciente, Le siècle du populisme, el pensador francés Pierre Rosanvallon se muestra sorprendido de que, a diferencia de otras ideologías de la modernidad, como el liberalismo, el socialismo, el comunismo o el anarquismo, el populismo no se asocia a ninguna obra de envergadura. Según plantea, se trataría, no obstante, de una propuesta política dotada de coherencia y una fuerza positiva, pero que no ha sido formalizada ni desarrollada. En su ensayo, Rosanvallon se propone definir la doctrina populista y analizarla críticamente.
Empero, construye esta doctrina de manera arbitraria, a partir de elementos que provienen de fuentes muy heterogéneas y retoma ciertos clichés que ya han sido expuestos en la mayoría de las críticas al populismo. Su definición nada aporta a la tesis, retomada por numerosos autores, según la cual el populismo consiste en oponer un “pueblo puro” a una “elite corrupta” y en concebir la política como la (...)