Ambiente relajado a lo largo de la arbolada avenida Chaharbagh en Isfahán. En esta calle peatonal, entre las más famosas de Irán, no muy lejos de los puestos de los artesanos locales, los altavoces reproducen los últimos éxitos del pop persa, una mezcla de ritmo occidental y melodías orientales. También se pueden escuchar las inevitables canciones de la diva Googoosh, Faegheh Atashin por su verdadero nombre. Hay sonrisas cómplices entre los viandantes, al constatar cómo se niegan sus compatriotas, una y otra vez, a respetar las prohibiciones. Y es que, según el contexto político, emitir ese tipo de música puede provocar graves problemas con las fuerzas del orden. Prohibido por la revolución islámica en 1979 –el ayatolá Ruhollah Jomeini quería desterrar cualquier forma de música de la esfera pública–, tolerado posteriormente de nuevo y en ocasiones hasta apoyado durante la década de 1990, con la aparición de una corriente reformista (...)