Entre 1839 y 1860, Inglaterra, en un principio sola (Primera Guerra del Opio, 1839-1842), luego asociada con Francia (Segunda Guerra del Opio, 1858-1860), impuso por la fuerza de las armas a la China de los Qing (manchúes) la apertura al comercio internacional. En 1839, el Imperio del Medio estaba cerrado a éste, a excepción de unas pequeñas factorías en Cantón, donde los negociantes extranjeros, principalmente británicos, sólo mantenían relaciones comerciales con la corporación de comerciantes chinos.
Convulsionada por la Revolución Industrial, Inglaterra llamaba a la puerta en vano. Compraba importantes cantidades de té (12.700 toneladas en 1720, 360.000 toneladas en 1830) que por entonces sólo China producía. Pero a comienzos de los años veinte del siglo XIX, la balanza comercial con Occidente se invierte en detrimento de China, a raíz de la importación masiva de opio, que introducían de contrabando comerciantes ingleses y estadounidenses. La Inglaterra liberal de Lord Henry Palmerston (...)