Entre Les Femmes du sixième étage, de Philippe Le Guay, y Ma part du gâteau, de Cédric Klapisch, en 2011 las criadas ocupan un lugar protagonista en la gran pantalla. Sin embargo, desde la época gloriosa de Eugène Labiche, Georges Feydeau y el teatro popular, los personajes de empleadas domésticas estaban un poco pasados de moda. El cine europeo reflejaba así una realidad sociológica y estadística: desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, el crecimiento de los “treinta gloriosos” había eliminado poco a poco a las criadas de antaño. Hasta el punto de que, cuando los hermanos Jacques afirmaban que “ya no había criadas ni burgueses”, el economista estadounidense Lewis Alfred Coser describía el servicio doméstico como una actividad “obsoleta”.
Sin embargo, la “servidumbre” fue durante mucho tiempo un grupo profesional importante, que reunía hasta un tercio de la mano de obra femenina en países tan diversos como el Estados (...)