Aquí, la gente se adapta bien a su presencia. Aquí, no es realmente China, ni tampoco África. Es un barrio situado entre Xiaobei Lu y Guangyuan Xi Lu, en Cantón (Guangzhou), en el sur de China, a dos horas de tren de Hong Kong. Oficialmente, veinte mil africanos, incluso casi cien mil según un investigador de la Universidad de Hong Kong residen o están de paso en esta “africantown” enclavada entre vías rápidas, autopistas elevadas y vías férreas. Conocida como “Chocolate City” por los chinos, esta zona de diez kilómetros cuadrados está totalmente dedicada al comercio. El igbo, el wolof o el lingala se escuchan a la par que el mandarín o el cantonés.
Desde su aparición en la escena del comercio internacional, China ejerce un poder de atracción sobre los países antiguamente colonizados. O, como lo señala Mark Leonard, director del think tank European Council on Foreign Relations, “China demuestra (...)