Desde mediados de septiembre, los medios de comunicación parisinos se emocionan ante la influencia de un puñado de ensayistas, de distintas convicciones pero que comparten la misma obsesión por la decadencia republicana, la misma nostalgia por tiempos pasados y cierto gusto por el orden. Representados como una banda organizada y acusados de beneficiar a la reacción, Michel Onfray, Alian Finkielkraut, Eric Zemmour, Jacques Julliard, Régis Debray, Jean-François Kahn se aseguran la promoción de sus obras.
Es un tema recurrente en la vida intelectual francesa. Surge bajo el nombre de “antimodernos” en el siglo XIX; de “anticonformistas” en los años 1930; de “nuevos hussards” en los años 1950; de “nuevos reaccionarios” en 2002. Su última versión es de una dimensión extravagante: se trata de emprendedores de pánico moral asociados desde hace lustros al engranaje de la editocracia. Onfray, Finkielkraut y Zemmour no sólo echan pestes porque “ya no se puede debatir sobre (...)