En el pasado mes de septiembre había que hacer dos horas de cola para entrar en el edificio que alberga la quinta edición de la Feria de Arte Contemporáneo de Río de Janeiro (ArtRio). En los pasillos, las galerías internacionales están casi tan presentes como las brasileñas. Este fenómeno no sorprende a los profesionales: el auge del país en la escena internacional durante los años 2000 no sólo trajo consigo un interés incrementado por sus artistas, sino que, además, la multiplicación de los millonarios brasileños ha creado un nuevo vivero de compradores.
La galería parisina Bernard Ceysson tiene sucursales en Luxemburgo, en París y en Ginebra; representa a Claude Viallat o al grupo Supports/Surfaces. Sus enviados ya se frotan las manos. “Normalmente vendemos entre diez y quince obras importantes en Río –nos explica Loïc Bénétière, su director y fundador asociado–. Aquí, cada año hay nuevos coleccionistas, curiosos y sorprendentes, que quieren (...)