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De las guerras coloniales a las del Pacífico

El santuario Yasukuni o la memoria selectiva de Japón

A mediados de febrero, Tokio ha lanzado dos satélites de investigación militar, para vigilar Corea del Norte y la región. Algunas semanas más tarde, el primer ministro japonés Shinzo Abe había creado un ministerio de defensa por primera vez desde 1947. Esta militarización inquieta a los pacifistas nipones, que reclaman el cese de visitas oficiales al santuario Yasukuni, donde son venerados los criminales de guerra condenados al finalizar la segunda guerra mundial y también a los que llevaron adelante las operaciones coloniales.

por Tetsuya Takahashi, abril de 2007

Según los diarios del gran chambelán de la casa imperial Tomohiko Tomita, publicados el 20 de julio de 2006, el emperador japonés Hirohito (o showa) interrumpió sus visitas al santuario Yasukuni cuando los directores de este último decidieron honrar allí a catorce criminales de guerra –llamados de clase A– condenados a muerte por el Tribunal Penal Militar Internacional para el Lejano Oriente, con ocasión de lo que se conoce como Juicio de Tokio, en 1947. Siete personas (entre ellas el entonces primer ministro y ex general Hideki Tojo) fueron ejecutadas y otras siete murieron en prisión.

Consagrado a la religión sintoísta, el santuario Yasukuni fue construido en 1869, bajo la “prescripción sagrada” del emperador Meiji, con el fin de enaltecer las proezas de los caídos en el derrocamiento del gobierno durante las guerras civiles de finales del Shogunato y principios de la Restauración. Muertos que, de esa manera, contribuyeron a la (...)

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