El telón de fondo son las ambiciones nucleares de Irán, que sus adversarios, y hasta algunos de sus simpatizantes, creen destinadas a otro fin que a la producción de electricidad. Con o sin evidencia incontrovertible, las suponen destinadas también a fabricar armas nucleares. En ese contexto, Estados Unidos hace suya la recurrente comparación israelí entre el presidente Mahmud Ahmadineyad y Adolf Hitler, anteriormente aplicada a Gamal Abdel Nasser, a Sadam Husein, y a Yasir Arafat. Un ex director de la CIA, James Wooley, partidario de atacar las plantas nucleares iraníes, escribió: “Debemos tomar en serio lo que gente como Ahmadinejad le dice a sus seguidores. Hitler tenía esa intención cuando reveló querer exterminar a los judíos. Todo estaba escrito palabra por palabra en Mein Kampf. No mienten, anuncian sus verdaderos objetivos”.
No hay que dejar de lado el recurso al método comparativo para tratar de entender las situaciones presentes. Pero el (...)