El 25 de mayo de 1895, la reina Victoria, soberana del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, reina de Canadá y emperatriz de la India, ennoblece por primera vez a un actor. Henry Irving, el nuevo caballero, también es director de escena y propietario del Lyceum Theatre de Londres.
Al día siguiente, se da una fiesta en el teatro. Todo el Londres del mundo de la política y el espectáculo está allí: William Gladstone, el muy liberal ex primer ministro; Ellen Terry, la Sarah Bernhardt inglesa, contratada por Irving por espacio de veinticuatro años; el decorador Joseph Harker; el crítico y dramaturgo George Bernard Shaw; Herbert-George Wells, cuya obra La máquina del tiempo acaba de publicarse en forma de folletín; o Arthur Conan Doyle, Somerset Maugham y Thomas Hardy, espectadores asiduos. Se echa en falta un ausente: Oscar Wilde, condenado el mismo día a trabajos forzados por homosexualidad. Entre los (...)