El hecho político más llamativo y sorprendente de la campaña presidencial brasileña para las elecciones previstas el próximo 2 de octubre, es tal vez la insólita alianza, anunciada en abril, entre el expresidente Luiz Inácio “Lula” da Silva (2003-2010) y Geraldo Alckmin, exgobernador de São Paulo y uno de los líderes históricos del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), formación que capitaneó las fuerzas conservadoras y neoliberales hasta 2018.
Con la elección de Jair Bolsonaro, un exmilitar de retórica ultraderechista, esa formación quedó prácticamente reducida a cenizas, sucumbiendo a interminables luchas internas. Ante la desazón que le provocaba esa situación, Alckmin cambió de bandera y se afilió al Partido Socialista Brasileño (PSB, centroizquierda), como parte de una negociación destinada a darle el puesto de vicepresidente en la lista encabezada por Lula, histórico líder del Partido de los Trabajadores (PT).
La principal agrupación de la izquierda brasileña ya había encabezado coaliciones heterodoxas (...)