En abril de 2002, la oposición venezolana orquestó un golpe de Estado contra Hugo Chávez. Oficialmente motivado por el asesinato de manifestantes antichavistas por simpatizantes bolivarianos, en realidad, dicho golpe reposa en una mistificación. Presente en el lugar al producirse los acontecimientos, Maurice Lemoine reconstruye su desarrollo.
El 11 de abril amanece con más de trescientos mil opositores marchando pacíficamente rumbo a la sede de [la sociedad petrolera nacional] PDVSA-Chuao, situada al este de la capital. El crimen se concretará allí, en el corazón de una creciente efervescencia que facilita su designio. Para acreditar la idea de una “sociedad civil” que enfrenta una dictadura, nada como los “mártires”… A las 13 horas, al oeste de la ciudad, en el palacio presidencial, el ministro de la Presidencia Rafael Vargas, lívido, irrumpe en la oficina de sus colaboradores. “El resto del país está en calma, pero Carlos Ortega [secretario general de la Confederación (...)