A pocos kilómetros de Oujda, capital de la provincia oriental de Marruecos, el visitante se encuentra con una situación “ubuesca”: la ruta hacia Argelia está cerrada por máquinas de obras públicas, deambulan unos pocos agentes de seguridad y reina una extraña calma en este lugar que debería ser un punto de paso atestado de gente entre los dos países más grandes de África del Norte. Este silencio refleja los desacuerdos existentes entre Rabat y Argel desde hace una generación. En cambio, más al sur, en Figuig, los soldados argelinos cruzan en calma la frontera para tomar un café en el reino, mientras los marroquíes visitan a sus primos republicanos sin que a nadie se le ocurra censurar estos intercambios familiares.
El “coste del no-Magreb” puede desglosarse según distintas particiones: energía, bancos, transporte, industria agroalimentaria, educación, cultura o turismo. El comercio entre Estados de África del Norte equivale al 1,3% de sus (...)