El 18 y 19 de noviembre de 2009, el Centro de Conferencias Elisabeth II de Londres reunió a los grupos británicos que proveen fondos a Sierra Leona. En el estrado, el ex Primer ministro Anthony Blair –cuya Fundación para África apadrinaba el acontecimiento– incitó enérgicamente a los participantes a adquirir tierras agrícolas en un país que, según sus palabras, “dispone de millones de hectáreas de tierras cultivables”. Llevado por su entusiasmo, Blair pareció olvidar los millones de sierraleoneses que dependen de las cosechas provenientes de esas tierras.
Convencidos de obtener importantes beneficios, muchos bancos, fondos de inversión, grandes grupos industriales, Estados y millonarios con fondos propios, planean instalar en África granjas industriales gigantes para producir alimentos y biocarburantes totalmente destinados a la exportación. Esas operaciones de venta por pedazos y de alquiler a largo plazo de tierras agrícolas son presentadas fácilmente como programas de desarrollo en beneficio mutuo de las potencias (...)