Los policías recogen las cruces negras abandonadas en el suelo por los manifestantes, en medio del pánico. Cada cruz lleva el nombre de algún muerto, asesinado durante las concentraciones organizadas contra el golpe de Estado que el 28 de junio pasado derrocó al presidente Manuel Zelaya. Unos minutos antes, ese 29 de noviembre de 2009, día de la elección presidencial, la multitud avanzaba pacíficamente hacia el centro de San Pedro Sula, la segunda ciudad del país. Pero ni la presencia de la prensa internacional pudo impedir la dispersión violenta de la manifestación. Los policías detuvieron a 46 personas, golpearon a todos aquellos que estaban al alcance de sus porras y destruyeron las cruces, convertidas en el símbolo del Frente Nacional de Resistencia contra el Golpe de Estado (FNRCG).
La escena no era nueva. En vísperas de la elección, el balance de la represión se elevaba a 30 muertos, 4.200 arrestos y (...)