“El caos empieza cuando cada uno cree que puede interpretar la ley según su propio criterio.” El tono cuidado del procurador, un coloso de ciento cincuenta kilos, no impidió percibir claramente la tensión que reinaba, el pasado 25 de julio, en la procuraduría de Jmelnitsky, ciudad mediana de doscientos sesenta mil habitantes en el corazón de Ucrania occidental. Una secretaria se acercó para pedir a la veintena de jóvenes vestidos con ropa de combate negra y botas militares, todos con porra en el cinturón, que esperaran mientras el procurador recibía a sus jefes, Yuri Lutsiuk e Iván Kuchnir.
“Nosotros somos una organización registrada –argumenta Kuchnir–. Queremos respetar la ley. Repudiamos la violencia. Por el momento, se puede hablar con gente como nosotros, empresarios, pero pronto, si esto continúa, va a haber una revolución proletaria”. Al exponer sus quejas, estos dos jefes de empresa, al frente de una milicia, dan una de (...)