No involucrarse en las protestas callejeras, no darles apoyo y no airearlas de ninguna manera –especialmente en redes sociales, donde los libaneses comentan, sin respiro, los últimos acontecimientos del Hirak (“movimiento”). A mediados de diciembre, estas eran las instrucciones que daba a sus partidarios Hasan Nasralá, secretario general de Hezbolá. A las pocas horas de iniciarse la masiva protesta contra la “tasa WhatsApp” (léase el artículo superior), el líder chií había evitado, sin embargo, decretar una prohibición de manifestarse, limitándose a pedir apoyo al Gobierno actual, en el que participaba su partido.
Durante los primeros días, en el sur del país, especialmente en Nabatieh, baluarte del “Hezb”, una gran multitud coreó consignas a favor del cambio y en contra de la carestía de la vida, dando así un carácter nacional al Hirak, nacido en Beirut y Trípoli. Pero el 25 de octubre, en un discurso muy esperado, el líder (...)