El 17 de octubre de 2019, el ministro de Telecomunicaciones libanés, Mohamad Choucair, decide introducir una tasa mensual –conocida como “tasa WhatsApp”– de dos dólares sobre todas las aplicaciones telefónicas gratuitas. Esa misma noche, cientos de jóvenes manifestantes, a menudo procedentes de clases empobrecidas, salen a las calles de las grandes ciudades. Al día siguiente, bloquean las principales arterias del país y organizan sentadas en lugares emblemáticos, como la Plaza de los Mártires en Beirut. El Gobierno cierra inmediatamente las administraciones, las universidades y las escuelas públicas, lo cual paradójicamente anima a más y más gente a salir a la calle. El cierre de los bancos libaneses durante las dos semanas posteriores al levantamiento alimenta la indignación popular, al no poder los depositantes disponer de sus ahorros en efectivo.
Dos meses después, las protestas persisten. Siguen pidiendo la caída del régimen confesional, basado en el reparto del poder por comunidades religiosas (...)