Verlas por todas partes; no verlas por ninguna parte: en materia de conspiraciones es raro que la discusión eluda uno de estos dos escollos simétricos. Las cinco grandes firmas de Wall Street lograron en 2004, a fuerza de presiones, una reunión que se mantuvo en secreto durante mucho tiempo en la Securities and Exchange Commission (SEC) –ente regulador de los mercados de capitales estadounidenses–, para obtener la abolición de la “regla Picard”, que limitaba a 12 el coeficiente de endeudamiento global de los bancos de inversiones: haría falta una reticencia intelectual, cercana a la simple y llana obturación, para no ver ahí la acción concertada y encubierta de un grupo de interés particularmente poderoso y organizado. Así pues, conspiraciones haberlas las hay –como ésta, por ejemplo, que, además, fue un éxito rotundo.
Sin duda no abarca la totalidad del análisis que la crisis financiera reclama y quizá sea ésa una de (...)