A menudo, el infierno guerrero está lleno de buenas intenciones pacíficas. La novedad reside hoy en día en cierta banalización del recurso a la fuerza y en el establecimiento de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) como brazo armado de un orden mundial dictado por los occidentales. La intervención de Kosovo en 1999, decidida sin la autorización del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), preparó la transformación de la OTAN, para rematar, revestida de un carácter humanitario. El 23 de septiembre de 2008, en una declaración común que primero se mantuvo en secreto, el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, y el secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer, formalizaban esta deriva de la arquitectura onusiana de la seguridad, confirmada por la intervención de la Alianza en Libia en 2011.
Sin embargo, la Carta de las Naciones Unidas, firmada el 26 (...)