Gorgan, treinta años después. Gorgan, ciudad de las vacaciones de mi infancia donde, junto con mis primos, pasábamos el verano en medio de un aire cálido y húmedo que nos impedía respirar. Ubicada al noreste de Irán, cerca del Mar Caspio y a 450 kilómetros de Teherán, la ciudad se convirtió en 1997 en la capital de la nueva provincia de Golestán. Está rodeada de montañas cubiertas de bosques silvestres. En ningún otro lado, sostienen sus habitantes, se observa en otoño semejante paleta de amarillos y rojos.
No la reconozco. Gorgan, al igual que todas las ciudades iraníes, vivió profundos cambios tras la revolución de 1979. Una rápida urbanización, varias universidades nuevas y la explosión demográfica transformaron aquí y allá el paisaje. La ciudad se extiende actualmente hasta los bosques silvestres de Naharkoran, a cinco kilómetros del centro.
A primera vista, nada diferencia a sus habitantes de los de la capital. Los (...)