Un consejo para los que están deprimidos ante el espectáculo de una Unión Europea (UE) que se hunde en la depresión económica, pero también psicológica: a modo de ansiolítico, hagan una inmersión en el baño latinoamericano.
No se pretende aquí afirmar que el nivel de ingresos, el acceso a la educación, a la vivienda y a la salud –por tomar solo algunos indicadores– sean más favorables en América Latina que en el Viejo Continente. Aun siendo este tipo de comparación dudosa, podemos considerar que la situación de un desocupado europeo –incluso griego– sigue siendo sin duda menos difícil que la de un trabajador precario brasileño o venezolano.
Hay sin embargo una diferencia importante entre estos dos proletarios: el primero ha perdido su empleo, y las perspectivas de volver a encontrar otro son casi inexistentes; no espera nada de dirigentes políticos totalmente desacreditados por su capitulación ante los mercados financieros. El segundo, por (...)