En su último año como oposición, el Partido Popular había evidenciado dos obsesiones sistemáticas. La primera: recortar los recursos materiales de RTVE, y para ello Soraya Sáenz de Santamaría presentó dos proposiciones en el Congreso de los Diputados: recortar el presupuesto de RTVE en 200 millones de euros y quitarle un múltiplex (cuatro programas). La segunda, expresada en numerosos mítines pero nunca en los espacios institucionales previstos, consistía en acusar a los informativos del servicio público de falta de neutralidad; una campaña que culminó en el vergonzoso intento de controlar, desde el Consejo de Administración, la confección misma de los telediarios. Pero ninguna de esas aspiraciones figuraba en su programa electoral de finales de 2011, en donde prometía “una democracia ejemplar”.
Ambas líneas resultaban llamativas desde la oposición, en el contexto de la reforma emprendida por el Gobierno de Zapatero desde 2006, cuyo logro fundamental fue la elección por consenso (dos (...)