En 2019, cerca de 35 millones de extranjeros visitaron Grecia, una afluencia récord equivalente a tres veces la población del país. A finales de mayo de 2020, la temporada turística aún no había comenzado. Hoteleros, dueños de restaurantes y trabajadores estacionales esperaban la vuelta de los clientes en julio. A otros no les hace ninguna gracia: en algunas fachadas de la capital, Atenas, se pueden leer pintadas como “Turistas, destruís lo que habéis venido a buscar”, o “Turistas, quedaos en casa”, especialmente en el barrio de Exarquia, donde son muy activos los detractores de esta industria.
Este barrio alternativo ha convertido la denuncia del turismo de masas en uno de sus nuevos temas de lucha, junto con las batallas contra las políticas de austeridad o por la solidaridad con los refugiados. Grafitis y asambleas alertan contra la “turistificación”, que es “la subversión de un lugar y de su carácter por la (...)