Borís Nemtsov murió aquí. Sobre la acera gélida, unas pocas rosas y ramas de abeto enmarcan el rostro del disidente político, una figura del movimiento anticorrupción y antiguerra perseguida desde la anexión de Crimea. Detenido tres veces, conoció la cárcel y fue misteriosamente abatido a tiros sobre este puente en febrero de 2015, a unas cuantas decenas de metros de los muros del Kremlin. “Hoy no hace falta ser un activista conocido para que te importunen”, admite Serguéi Davidis mientras nos lleva a la calle Tverskaya, los “Campos Elíseos rusos”. Este responsable del programa de apoyo a los presos políticos de la organización no gubernamental (ONG) Memorial, con aspecto de kazajo y en su cincuentena, ha adquirido una costumbre de hombre hostigado: arrojar sin pausa ojeadas furtivas a su alrededor.
Más de 15.000 personas han sido ya arrestadas por protestar contra la invasión rusa en Ucrania, según la ONG OVD-Info. La (...)