Inmensas hileras de vehículos pesados saturan las llanuras del sur de Moldavia. Los camiones atraviesan en ambos sentidos el modesto puerto fluvial de Giurgiulesti, algunas de cuyas terminales se hallan en la ribera del Danubio, que discurre apacible en esta mañana de junio. Desde el comienzo de la invasión rusa de Ucrania a finales de febrero, este punto de encuentro entre Ucrania, Moldavia y Rumanía ha servido de portillo de escapatoria en dirección a la Unión Europea. Primero se precipitaron los diplomáticos, “que huían discretamente poco antes de la invasión”, ironiza un agente aduanero. Más tarde, miles de refugiados despavoridos. Por último, los camiones ucranianos, en su mayor parte cargados de cereales y oleaginosas, llegaron por centenares, añadiéndose al tráfico rumano y moldavo.
Maíz, semillas de girasol, trigo... Entre 20 y 25 millones de toneladas de cereales y oleaginosas cosechadas en 2021 no han podido ser exportadas debido al conflicto. Pero (...)