Ante el bajo nivel salarial y la dureza del mundo laboral, algunas mujeres desisten de trabajar, replegándose en su vida privada. A veces se las incita a hacerlo: el Subsidio a los Padres para la Educación (APE, según sus siglas en francés) –reemplazado en 2004 por la Prestación para la Primera Infancia (PAJE, según sus siglas en francés)– “ofrece” a uno de los padres, la madre en el 98% de los casos, medio salario mínimo durante tres años para que permanezca en su hogar; la mayoría nunca vuelve a conseguir trabajo, pero desaparece de las estadísticas del desempleo. Desde hace mucho tiempo, la socióloga Margaret Maruani denuncia este dispositivo como sexista: “¡Hubiera sido mejor invertir ese dinero en la construcción de guarderías!” Advierte sobre una reducción del empleo que sólo afectaría a mujeres: “Si el trabajo es tan duro, ¿por qué los hombres no lo abandonan también? Desde el momento (...)
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¿Retorno al hogar?
abril de 2007
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