El 2 de noviembre de 1975 Pier Paolo Pasolini era salvajemente asesinado en un terreno baldío cerca de Ostia. Con motivo del trigésimo aniversario de su muerte han aparecido muchas publicaciones, en especial en Francia, que dan cuenta de la fascinación que continúa ejerciendo el escritor y cineasta italiano. Las circunstancias mismas del crimen, todavía no esclarecidas, no contribuyeron sino a desarrollar al respecto una verdadera leyenda negra de la cual emana una imagen propiamente mitológica: la del ángel del Mal, del herético perseguido, del último gran artista maldito. Pero, a pesar de todo, sin duda llegó el momento de dejar atrás esta imagen y de ver en Pasolini, teniendo en cuenta la excepcional diversidad de registros en los que se expresó (poesía, novela, cine, ensayos críticos y teóricos, colaboraciones periodísticas), un formidable ejemplo vivo, paradójico, singular, de intelectual comprometido.
E incluso es preciso ponerse de acuerdo sobre esa palabra, recubierta (...)