“Una especie de comunistas modernos quieren suprimir los incentivos materiales previstos para los músicos, los directores de cine y los creadores de programas informáticos”, advirtió Bill Gates en una entrevista de enero de 2005. A partir de entonces, esa argumentación ha sido retomada por el ejército de cabilderos que reclaman aumentar la lista de sectores protegidos por la propiedad intelectual.
¿No habrá otra opción que la visión expansionista de la propiedad intelectual por un lado y el “comunismo” por el otro? ¿Acaso la cultura debe optar obligatoriamente entre el control minucioso de su utilización, por medio tanto de la tecnología como de las policías privadas, y un régimen burocrático de economía administrada? ¿entre la gratuidad destructora de la creación y la maximización de la ganancia obtenida por cada uso que se haga de cada obra? Parecería que es así, al menos al leer la mayoría de los comentarios que han invadido (...)