Se de un niño de seis años que dijo a su padre: “eres viejo, te vas a morir, te pondrás duro y vas a vivir bajo la tierra”. En Mi Suicidio H. Roorda agita el envejecer, el durar, la rigidez fisiológica y la perpetuidad bajo el manto del lenguaje. En 1925 este profesor de matemáticas se dirigió a un amigo “He abusado mucho, de lo mío y de los demás, y eso es irreparable”. Luego terminó con su vida.
Dejó Mi Suicidio, una breve descripción del estar entre los hombres y su imposibilidad de continuar entre ellos. Sin alharacas, elegante, neutro y con las razones de peso concisas del punto sobre la i. Todo rimado en un confortable hilo productor de sonrisas. Deseaba una vida fácil y contemplativa imposible de alcanzar. Sin provisiones para la vejez y educado en una familia utópica y progresista que ya de niño le convirtió en (...)