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La psiquiatría y la obsesión por la seguridad

Desde hace veinte años, los sucesivos gobiernos han ido desmantelando, poco a poco, la psiquiatría pública. La supresión de decenas de millares de camas en los hospitales se ha justificado por razones de seguridad pública. Considerados como peligrosos más que como sufridores, muchos enfermos son enviados a las cárceles. Volvemos así a una concepción de “reclusión en un manicomio” que creíamos sin embargo anacrónica.

por Patrick Coupechoux, julio de 2006

Cuando se produjo el drama del hospital psiquiátrico de Pau, en diciembre de 2004, los “locos” concitaron rápidamente la atención de los estrados, los canales de televisión y los diarios. No para hablar de su situación, tan compleja, sino para alertar a los ciudadanos sobre su peligrosidad. Sumándose a la angustia de las potenciales víctimas, ya presas de los delincuentes sexuales, los terroristas, la gripe aviar, los inmigrantes clandestinos, los integristas islámicos de todas las corrientes, se reavivó el antiguo miedo a los locos. Rápidamente, el ministro de Sanidad frances, Xavier Bertrand, decidió destinar fondos para contratar... vigilantes, dotar a los hospitales de sistemas de alarma independientes, crear rápidamente “habitaciones de seguridad”, así como unidades de cuidados intensivos en psiquiatría. Incluso mencionó la creación de “unidades para enfermos excitados y agresivos” (UMAP), lo que significa, en el fondo, el restablecimiento encubierto de los antiguos manicomios.

Después de semejante tormenta cabe preguntarse: (...)

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