Klagenfurt, sábado 18 de octubre de 2008. En la plaza central de la capital del Estado de Carintia, 25.000 personas venidas de todo el país esperan en silencio el traslado de los restos mortales del dirigente de la extrema derecha austriaca y gobernador de la región, Jörg Haider, muerto pocos días antes en un choque automovilístico. Una impresionante tristeza atraviesa a la multitud. En la víspera habían sido dispuestos trenes suplementarios. Y esa mañana, de 11:30 a 13 horas, la televisión pública retransmitió en directo la totalidad de la ceremonia. El ejército rindió los honores y el arzobispo pronunció una homilía.
En primera fila, ninguno de los políticos austriacos faltó a la convocatoria. Entre ellos, Heinz Fischer, Presidente de la República y miembro del Partido Socialista Austriaco (SPÖ), el canciller Alfred Gusenbauer (SPÖ), todos los ministros del gobierno, así como los dirigentes de todos los partidos. “Verdaderos funerales nacionales”, admitió Gusenbauer, (...)