Mayo de 2008. La economía estadounidense inicia su descenso a los infiernos. ¿Y en Brasil? Todo bien, gracias. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva estima que su país “vive un momento mágico”. Tras un alza del Producto Interior Bruto (PIB) del 5,67% en 2007, el gobierno mantiene la moral en alto. Qué más da lo que pasa en otras partes: el crecimiento continuará “al ritmo actual durante los próximos quince o veinte años”.
Octubre de 2008. El sistema financiero internacional se derrumba. ¿Y en Brasil? Nada de que preocuparse. “Allá (en Estados Unidos) la crisis es un verdadero tsunami. Aquí, si llegara, sólo sería una olita, demasiado pequeña incluso para surfear”, tranquiliza en un discurso del 4 de octubre un Presidente con humor hawaiano. “El desacople ya se produjo”, reafirma algunos meses más tarde Luciano Coutinho, director del Banco Nacional de Desarrollo (BNDES) validando una teoría según la cual el (...)