Las primeras ciudades nacieron en el seno de civilizaciones agrarias. En un principio se concentraban en ellas los artesanos, cuya producción era indispensable incluso en una economía rural. Sin jerarquías estrictas, su organización se basaba aparentemente en una forma de democracia directa. Estas primeras sociedades urbanas, conscientemente organizadas, son, sin lugar a duda, las primeras utopías sociales que existieron.
En 1961, dibujé un mapa de Europa (reproducido frecuentemente con posterioridad) en el que tracé la red de las principales líneas de ferrocarril y, como nudos de esa red, las ciudades con las principales estaciones. Similar a la red actual del tren de alta velocidad, era el esquema de la ciudad-continente.
La ciudad-continente no es una megalópolis: es una red de transporte rápido que cubre regiones agrícolas y reservas naturales, y cuyos nudos son las grandes ciudades existentes. Si la megalópolis se caracteriza por la uniformidad del tejido urbano, la ciudad-continente mantiene la (...)